domingo, 3 de enero de 2010

Los agujeros de la historia


SOCIEDAD


Los agujeros de la historia

Nadie sabe el paradero de los restos de Lorca. ¿Están cerca de donde los han buscado sin éxito o los removieron al construir el parque de Alfacar levantado en su homenaje?

04.01.10 - 02:02 - QUICO CHIRINO

En las actas de la Diputación de Granada hay una foto del lugar donde la Escuadra Negra dijo que mató a Lorca y allí sólo se ve un olivo.Angelina Cordobilla, la sirvienta, subió durante dos días consecutivos hasta la calle Duquesa de Granada, donde tenían arrestado a Federico García Lorca en el Gobierno Civil. Bajo el brazo llevaba un cesto con una tortilla, un 'peacico' de pan, un termo con algo de leche, tabaco y unos pañuelos. Pero el señorito no quería comer. En la habitación sólo había una mesa, un tintero, un papel y una pluma. Tampoco le apetecía escribir. En la mañana del 19 de agosto, cuando llegó Angelina, Federico ya no estaba. Se lo habían llevado a La Colonia -un viejo caserón de Víznar reconvertido en cárcel- para fusilarlo esa misma madrugada. Quizás lo habrían matado la noche antes.

Angelina fue una de las últimas personas que vieron con vida a García Lorca. También Pedro Cuesta, miembro de las fuerzas del capitán Nestares, que aquella noche oscura vigilaba a los presos. O Valentín Huete, un cocinero que vivía cerca de La Colonia y que observaba cómo entraban y salían las víctimas. Lo vio Juan Luis Trescastro, el dueño del coche 'Oakland' en el que fueron a detener a García Lorca la tarde del 16 de agosto. Lo vieron los que fanfarroneaban por los bares de Granada de haberle pegado «dos tiros en el culo por maricón». El rastro de Federico se perdió ese 19 de agosto de 1936 y 73 años después nadie sabe a ciencia cierta dónde está enterrado.

La versión oficial se construyó hace tres décadas sobre los testimonios recogidos por la Diputación de Granada, que organizó una comisión para localizar el «punto exacto» donde estaba enterrado Lorca. A raíz de esa investigación se expropiaron terrenos, se construyó el Parque de Alfacar en 1986 y se colocó el monolito de homenaje al poeta sobre una tumba que ahora se ha descubierto que no existe. Pero en las actas de esa comisión -en poder de V- no se hablaba de una única fosa. Quedan varias preguntas que alguien debería responder.

Junto al poeta se supone que fusilaron al maestro Dióscoro Galindo y a los banderilleros Joaquín Arcollas y Francisco Galadí. Algunos de sus familiares llevaban desde 2003 intentando recuperar sus restos, pero siempre chocaban con la negativa de los seis sobrinos de García Lorca. En septiembre de 2008 solicitaron la intervención del juez Baltasar Garzón. Pero la petición rodó sin éxito por el Supremo, la Audiencia Nacional y los juzgados granadinos. Al final bastó el camino más simple para hacer una excavación que durante años se había negado. No la tuvo que autorizar ningún juez. En el marco de las competencias de la Ley de Memoria Histórica, la Junta solicitó permiso a la Diputación Provincial -dueña del Parque García Lorca- y al Ayuntamiento de Alfacar, y el 2 de noviembre se comenzaron a buscar los restos en el entorno del monolito que colocaron en los ochenta. Se han removido 267 metros cuadrados alrededor del famoso olivo donde el supuesto enterrador -Manuel Castilla, Manolillo 'El Comunista'- contó a Ian Gibson que habían sepultado el cuerpo. Formalmente nadie buscaba al poeta pero, de rebote, la apertura de aquella fosa permitiría encajar muchas leyendas.

Aunque se diga que todos los muertos son iguales, la Junta diseñó una excavación a la medida para no enfrentarse abiertamente a la familia Lorca. Confeccionó un protocolo en el que se garantizaba la confidencialidad de los trabajos, que se han realizado bajo dos carpas cerradas a cal y canto. El plan era encontrar los restos, identificar con una prueba de ADN aquellas víctimas cuyos familiares lo habían solicitado y volver a enterrar los huesos donde estaban. Con ese fin se declaró el parque zona apta para cementerio. En realidad -oficialmente al menos- nunca se iba a saber si Lorca estaba en alguna de las seis fosas que aventuraron los georradares del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada. Y en cualquier caso, de ser así, seguiría allí de por vida, como pretendían sus sobrinos, junto al monolito en el que se le han colocado tantas flores. Tras mes y medio de excavación no ha aparecido ninguna de las seis tumbas, sólo una roca gigantesca. Es más, según el informe nunca hubo ningún cadáver bajo esos 267 metros cuadrados.

Dos posibles ubicaciones

La intervención tenía un presupuesto de 70.000 euros. Pero, además del dinero, se ha gastado quizás la única posibilidad de abrir una fosa que ahora nadie sabe dónde está. La Junta de Andalucía ya ha dicho que no piensa «llenar Granada de agujeros».

¿Por qué se ha excavado en esta zona? La Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica entregó en septiembre de 2008 al juez Baltasar Garzón un informe con dos posibles ubicaciones de la fosa. Una, la que se ha estudiado, que coincide con la tesis de Gibson. La otra dista unos 430 metros y está justo al otro lado de la carretera, en un paraje conocido como El Caracolar. Lo paradójico es que la primera opción de aquel estudio que se entregó en la Audiencia Nacional -según defiende su autor, Francisco González- era precisamente esta última y no la que se ha excavado.

Segunda pregunta, que viene a ser la misma: ¿Por qué se eligió el parque y no El Caracolar? La decisión se escuda en las actas de la comisión que montó la Diputación. Por allí pasaron investigadores como Gibson y algún que otro testigo más o menos directo de aquellos sucesos del 36. Los informes de aquella comisión han permanecido durante casi tres décadas en el más absoluto anonimato. Algún dirigente político actual llegó a cuestionar incluso su existencia. Esos documentos arrojan datos interesantes pero no tan determinantes como para concluir sin miedo a equivocarse -como se hizo- que la fosa de Lorca estaba donde oficialmente se ha dado por sentado durante tanto tiempo. Uno de los últimos en pasar por la comisión, el periodista e investigador Antonio Ramos, lo advirtió en su comparecencia: «Resulta prácticamente imposible fijar con exactitud dónde se encuentran los restos».

Gibson declaró el 29 de febrero de 1980. Su testimonio se apoyaba en la entrevista al presunto enterrador, Manuel Castilla, un jovencillo indultado por el capitán Nestares y que en 1936 contaba con 17 años. El propio Castilla, Manolillo 'El Comunista', se desdijo en una declaración jurada en julio de 1975, en la que reconocía que no llegó a Víznar hasta el 21 de agosto, días después de la muerte de García Lorca. Gibson siempre ha defendido el testimonio que le dio Castilla en persona. Lo hizo en 1980 ante la comisión de la Diputación: «Tengo la convicción de que tal persona fue quien, realmente, lo enterró». El hispanista aportó además el testimonio de los dos testigos de los que se sirvió la familia García Lorca para certificar su muerte -Emilio Soler Fernández y Alejandro Flores Garzón- y que decían haber visto el cuerpo del poeta «el 20 de agosto de 1936 a un lado de la carretera de Víznar a Alfacar».

Con Gibson coincidió a grandes rasgos José Roldán, un funcionario que en 1936 prestaba el servicio militar en la División 32 del Estado Mayor. «En la madrugada del 19 al 20 de agosto, al regresar de Víznar a Alfacar para Granada, junto a la denominada Fuente Grande, bajando, a la derecha del camino, me encontré con cuatro cadáveres (...), uno de ellos el de García Lorca, otros dos de los banderilleros 'El Colores' y 'El Magarza'; y el cuarto usaba ortopedia de madera», se refiere Roldán al maestro del municipio de Pulianas, Dióscoro Galindo.

En las actas de esa comisión hay dos aportaciones relevantes y no necesariamente contradictorias. La primera es la foto que aporta una mujer que quería permanecer en el anonimato y que -según sostuvo- se corresponde con el «lugar exacto en el que fue asesinado el poeta». Lo decía con tanta seguridad porque así se lo contaron a su tío seis miembros de la Escuadra Negra que se alojaron durante un tiempo en su casa, entre ellos alguien que aseguraba haber fusilado a Lorca. En la imagen se observa un olivo aislado. Aquella zona había cambiado mucho en los 44 años sucedidos desde la foto. Se había rectificado la carretera, algunos árboles habían desaparecido, se habían plantado pinos y empezaban a levantarse chalés.

El testimonio más detallado es el que aportó la viuda de Eduardo Molina Fajardo, director del extinto diario 'Patria'. Fajardo tuvo acceso a archivos muy reservados y entrevistó a personas del Régimen, entre ellas al propio capitán Nestares, jefe del sector militar de Víznar. Esa versión aparecería después en el libro póstumo 'Los últimos días de Federico García Lorca' (1983). La viuda ofreció los datos por anticipado a la comisión de la Diputación de Granada. «Creemos que el lugar donde Lorca fue ejecutado puede situarse en el Camino del Obispo, actual carretera de Víznar a Alfacar, a unos 1.200 metros al Noreste en línea recta, junto a un pequeño llano utilizado en aquella época como campo de instrucción (...), siendo enterrado en unos antiguos pozos realizados para encontrar agua, cuya ubicación aún es visible en el extremo Oeste del mismo, cercano a un antiguo olivar». Otra vez un olivo. Como en la fotografía que hizo la Escuadra Negra. Como el olivo que Manuel Castilla le contó a Gibson. Como el olivo junto al que se colocó un monolito en recuerdo a una fosa que no existe y que estará en otra parte. Quién sabe si junto a algún olivo.

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