viernes, 8 de enero de 2010

La llamada de la libertad



SOCIEDAD


La llamada de la libertad

Jamás hubiésemos visto el asesinato de una joven de 27 años en Irán ni las revueltas de los monjes budistas en Birmania. Los móviles se han convertido en una herramienta vital para garantizar la libertad de expresión

08.01.10 - 02:25 - ESTER REQUENA

4.600 millones de móviles estiman las operadoras que hay en el mundo, el doble que usuarios de tarjetas de crédito. La penetración de este dispositivo es tal que el 60% de los habitantes del planeta puede comunicarse sin problemas a través de ellos. Más de la mitad lleva una cámara de fotos integrada. .Yahoo y Google facilitan información de sus usuarios a países donde existe la censura.Todos los permisos y credenciales para cubrir cualquier noticia en las calles de Teherán quedan suspendidos». El mensaje que se ilumina en los móviles de los periodistas no puede ser más contundente. Nada de fotógrafos y plumillas apostados en las esquinas o recogiendo testimonios de los opositores al régimen de Mahmud Ahmadineyad. La velada advertencia de la oficina de prensa extranjera de Irán a través de SMS no es la primera que reciben... ni será la última. La férrea censura existente en el país de los ayatolás únicamente deja en manos de los medios y agencias oficiales la misión de difundir una distorsionada e idílica imagen de las revueltas que se suceden estos días en la capital. Para la comunidad internacional sólo serían unas insignificantes y reducidas manifestaciones si no fuera por los vídeos y fotografías violentas que circulan por internet gracias a los teléfonos móviles. Varios minutos después de colgar estas temblorosas secuencias en la red, miles de páginas alertan de las víctimas que se han cobrado estas 'pacíficas conmemoraciones'. De ahí a las portadas de los periódicos e informativos de máxima audiencia sólo hay un paso.

La 'revolución verde' iraní es un ejemplo más de cómo los teléfonos móviles han pulverizado las gruesas barreras informativas levantadas hace décadas. Dictaduras, regímenes comunistas, gobiernos de todos los colores políticos han visto aireados sus trapos sucios en la web gracias a estos poderosos artilugios. «Los móviles se han convertido en una herramienta de vital importancia para la libertad de expresión en los 81 países en los que se ha recortado este derecho fundamental», detalla Ángel Gonzalo, portavoz de Amnistía Internacional en España.

Sin las imágenes grabadas e inmortalizadas por estos teléfonos nunca habría trascendido a la opinión pública la ola de protestas antigubernamentales encabezadas en Myanmar (antigua Birmania) por los monjes budistas -conocida como 'la revolución azafrán'-, ni la brutalidad de la policía egipcia, ni la lapidación cerca de Mosul de una chica de 17 años de la secta yazidí por enamorarse de un musulmán y convertirse al islam, ni las irregularidades en las elecciones legislativas en San Petersburgo...

Más de 4.600 millones de móviles están al acecho de todo lo que acontece en cualquier rincón del mundo. El don de la ubicuidad. Ni Canon, Nikon o Fuji encabezan la producción de cámaras de fotos. El podio lo ostenta Nokia gracias a la venta de teléfonos con este dispositivo integrado. Y de hasta 5 megapixeles. Poco -más bien nada- escapa a la atención de los periodistas ciudadanos. Es la lente que todo lo ve. La revolución en 3G. Estos sistemas dejan testimonios de hechos y situaciones que de otro modo no existirían, como hace unos días ocurrió con la agresión del Papa en la Misa del Gallo o la detención del terrorista que planeaba volar un avión en Detroit. Sin olvidar vídeos de denuncia que han dado la vuelta al mundo, como las torturas de Abu Ghraib que sonrojaron al ejército norteamericano o la vileza de los interrogatorios a los presos de Guantánamo. Aunque, sin duda, el que más ha conmocionado al mundo ha sido el de la ejecución de Sadam Hussein. Al macabro momento sólo estaban invitados unos cuantos testigos... pero un móvil hizo público para el resto del mundo el ahorcamiento del dictador iraquí. Imágenes grabadas a fuego en la memoria colectiva, donde la mala calidad de los fotogramas no le resta ni un ápice de su fuerza informativa y su capacidad de agitar conciencias.

Allí donde haya una tragedia, una celebración, una manifestación... siempre hay un móvil dispuesto a captarlo todo. Y a compartirlo en internet. Uno de los testimonios más impactantes, y recientes, corresponde al tembloroso vídeo de 40 segundos del asesinato de Neda Agha-Soltan. La secuencia del cadáver bañado en sangre de la joven resistente iraní de 27 años, tiroteada por paramilitares de Basij, dio la vuelta al mundo en pocas horas. Ocurrió el pasado mes de junio. De ser una chica anónima, Neda se convirtió en mártir y símbolo conmovedor de la revuelta reformista. Pero no es una excepción. Parecidos a éste hay cerca de 60.000 vídeos en YouTube bajo las palabras claves 'Iran protest'. «El móvil es clave en la figura del activista moderno, quien demanda ser escuchado con inmediatez. Además, estos dispositivos ayudan a crear masa sin la necesidad de hacerse presente y burlar así los posibles mecanismos de censura existentes», precisa Francisco Garrido, profesor de Filosofía Política de la Universidad de Jaén y especialista en el estudio de cómo la tecnología está conformando nuevas formas de acción social.

Los censores gubernativos no han permanecido impasibles ante la avalancha de vídeos comprometidos que proliferan en la red. Países como China, Irán, Corea del Norte, Túnez o Vietnam emplean métodos muy sofisticados para vigilar, perseguir y castigar a estos internautas tan activos. Según un estudio de la organización OpenNet, integrada por las universidades de Oxford, Cambridge, Harvard y Toronto, 25 países ejercen la censura de webs con «contenidos políticos o sociales peligrosos», e incluso impiden el acceso a YouTube o Google Maps. Todo ello gracias a la escandalosa colaboración, en la mayoría de los casos, de empresas occidentales. «Yahoo y Google pasan al gobierno chino detallados informes sobre las cuentas de correos de sus usuarios para que después puedan tomar represalias», recuerda Ángel Gonzalo. Una incongruencia total cuando Obama defendía la libertad de expresión hace un mes en Shanghai.

La gran muralla cibernética

El régimen de Hu Jintao cuenta con mucha tarea. La compañía telefónica China Mobile presenta en sus listados más abonados que ciudadanos la Unión Europea, sin olvidar los casi 300 millones de internautas que navegan a diario por la red. Por eso, la república comunista ha levantado una gran muralla cibernética (Great Firewall) para filtrar los contenidos 'peligrosos' que circulan por internet. Hasta tienen un cuerpo de policía especializado en rastrear webs. Así, el gigante asiático ostenta el triste récord de mayor número de personas encarceladas por 'ciberdisidencia': 66 de un total de 108 en todo el mundo, según los datos de Reporteros sin Fronteras. Corea del Norte le sigue de cerca. El régimen de Kim Jong se ha propuesto acabar con «aquellos que saquen o publiquen información del país en cualquier medio, incluido internet». En Túnez, la ley antiterrorista incluye actos como «influir en la política del Estado» ilegítimamente y «alterar el orden público», por lo que colgar un vídeo en contra de la república conlleva pena de cárcel directa. Sin olvidar Irán, que durante las manifestaciones y revueltas ralentiza la velocidad de la conexión hasta el límite, lo que impide enviar hasta un correo electrónico. Incluso bloquea la señal de los celulares en ciertas zonas de la ciudad para evitar los SMS o MMS. Ellos saben mejor que nadie en Occidente que los móviles se han convertido en el arma de información más potente y directa. Es una revolución silenciosa que arma mucho ruido. El profesor Garrido lo tiene claro: «Si las protestas de Tiananmen tuviesen lugar hoy, el resultado hubiese sido completamente distinto gracias a los móviles. Para empezar, el pueblo chino se hubiese enterado de lo que pasaba y se podría haber movilizado, algo que la censura impidió en ese momento». Un golpe de click que, quizás, habría evitado aquel baño de sangre.

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