Orizaba
Industria textil, un cementerio: Paz H.
El Sol de Orizaba
4 de enero de 2010
Emilio González Gómez
Orizaba, Veracruz.- "Hoy sólo es un cementerio; lo único que queda de la industria textil del valle de Orizaba son cascarones", así lo describe Ignacio Paz Hernández, líder sindical de la zona fabril de Río Blanco, que llegó a ser puntera en la producción textil y considerada la Cuna del Movimiento Obrero de México.
A ciento tres años de la rebelión obrera en Río Blanco, que junto con el movimiento minero de Cananea, en el norte del país, antecedió a la revolución que puso fin a la dictadura de Porfirio Díaz, el corredor industrial textil desde Orizaba hasta Ciudad Mendoza se encuentra desmantelado, los sindicatos diezmados y la gesta de los mártires de 1907 quedó reducida a una ceremonia anual usada por los políticos para tomarse la foto.
De la prosperidad alcanzada hace cinco décadas, cuando se producían hasta 15 millones de metros de tela al mes para competir en los mercados mundiales, incluidos los de alta costura, sólo quedan recuerdos. "Ni un metro se hila aquí", afirma Paz Hernández.
Cuatro de las cinco fábricas más representativas están paralizadas desde hace años y sólo el complejo Santa Rosa, en el municipio de Ciudad Mendoza, conserva telares modernos, pero permanece inactivo. De los 10 mil obreros que llegó a tener el corredor del valle de Orizaba, únicamente quedan 347 en la fábrica Santa Rosa, pero están en huelga desde febrero de 2007.
Cansados de la explotación, en 1906 los trabajadores de las cinco grandes fábricas textileras de Veracruz: Río Blanco, Cocolapan, San Lorenzo, Santa Rosa y Cerritos, se unieron en el Círculo de Obreros Libres y reclamaron derechos y prestaciones a sus poderosos patrones extranjeros, quienes lograron que Porfirio Díaz emitiera un laudo arbitral para declarar improcedente todo movimiento de huelga y controlar a cada obrero.
El 7 de enero de 1907 los obreros paralizaron las fábricas y quemaron las tiendas de raya. La respuesta fue el envío de tropas que acribillaron a más de 200 huelguistas tanto en plazas públicas como a las puertas de las fábricas, en casas y en el campo (según cálculos de la memoria colectiva, pues los registros, al igual que muchos cadáveres, fueron desaparecidos).
Esta masacre, que se extendió hasta el 9 de enero, fue uno de los factores que desencadenaron la Revolución de 1910 y, junto con la huelga de Cananea, es considerada la génesis de la defensa de los derechos laborales en México.
Para los descendientes de los mártires de 1907 las coronas de flores y las guardias de honor poco tienen que ver con la rebelión que hace un siglo provocaron la pobreza y la represión. Hoy día "no hay mucho que celebrar".
La gesta de hace 131 años dio paso a sindicatos obreros "fuertes y libres" que prosperaron un tiempo, pero luego fueron infiltrados por patrones y gobierno, que al final los desmoronaron.
La fábrica de Río Blanco en 1992 paralizó actividades junto con mil 534 obreros. Hoy sigue inactiva. La crisis de las maquiladoras textiles de Veracruz tiene muchos "padrinos", aseguran ex obreros y jubilados. Desde los gobiernos priístas que toleraron el enriquecimiento desmedido de los dueños a costa de anular inversiones para modernizar las plantas hasta políticos que intervinieron para anular derechos de los obreros.
En el sexenio de Vicente Fox, con Carlos Abascal Carranza como titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), se asestó el último golpe al movimiento sindical en Río Blanco.
"El sindicato de la fábrica de Río Blanco existe todavía en documentos, pero está en el limbo. Aún así, Abascal autorizó la toma de nota a un comité directivo fantasma, encabezado por Jorge Bautista Paz, para cerrar la fábrica y despedir obreros", recuerda el luchador obrero.
De las cinco fábricas donde surgió el movimiento sindicalista del siglo pasado sólo la de Santa Rosa, en Ciudad Mendoza, mantiene una diluida actividad, pues desde el 25 febrero de 2006 se encuentran en huelga sus 347 obreros, quienes rechazaron la declaratoria de quiebra financiera solicitada por el propietario, Antonio del Valle Ruiz.
José Torres Serrano, asesor vitalicio del Sindicato de Trabajadores de la Compañía Industrial Veracruzana (CIVSA), señala que los obreros esperan que el juzgado octavo de distrito, con sede en el Distrito Federal, ordene el embargo de las instalaciones de CIVSA y que éstas se adjudiquen a los sindicalizados que reclaman 100 millones de pesos, entre salarios caídos y otras prestaciones que se cancelaron desde el año 2002.
"Somos el último reducto, el último eslabón de la industria textil en el municipio de Ciudad Mendoza", resume.
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